domingo, 8 de febrero de 2015

WhatsApp - Que no hacer según expertos en la materia

Ojo con lo que envía

Ese mensaje en cadena que ha escrito Mark Zuckerberg con ayuda del traductor de Google para advertirle que "debemos comprobando que la suya cuenta es activa" [SIC], esa imagen que parece sacada del calendario de un taxista de los tiempos de Nabucodonosor II (por la calidad de la misma y por lo viejo del chiste) o esa captura de pantalla de un tuit de @moedetriana. Basta. Ya lo vi. En Twitter. En 2011. No hay que enviarlo todo; esto no es UPS.

Esto no quiere decir que no haya que enviar documentos, sino que hay que elegir el público. Hacerlo por privado, por ejemplo, garantiza una mayor precisión (es más fácil que su padre nunca haya visto la imagen, que sorprender a su primo el informático en el grupo de la familia).

Con las fotos personales ocurre lo mismo. Usted lo está pasando fenomenal en su viaje a Perú y nadie le culpa por ello, pero hágame caso: vista una llama, vistas todas. De verdad, no está en el Beagle; no hace falta que documente cada encuentro con una de las especies autóctonas. Y, por favor, no más fotos en monumentos.


Quien tenga hijos -o mascotas- también debe aplicar filtros. Y no, no hablamos de Instagram, precisamente. Una foto de vez en cuando está bien, pero no todos sus contactos necesitan asistir a todas sus primeras veces. ¿Cuál es el límite? No hay una fórmula exacta, pero, a grandes rasgos, si no le sorprendería si lo hiciese un mono, no lo comparta si lo hace su retoño.

No. Escriba. Así.

Utilice signos de puntuación para algo más que los smileys. Por un lado, facilitan la comprensión; por otro, enviar un mensaje con cada nueva palabra debería estar penado con entre 10 y 12 años de cárcel. Además, es peligroso: si el receptor tiene activado el nunca suficientemente odiado silbidito, es posible que termine asesinado por sus compañeros de oficina. Y con cierta razón.


No se obsesione
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Lo escribió Nacho Cano y le puso voz Vicky Larraz, así que a efectos legales es como si apareciese en la Constitución en mayúscula y subrayado en rojo: no controles -no controle, en nuestro caso, que aún no hemos sido presentados-. Su interlocutor puede estar ocupado o, sencillamente, no tener ganas de hablar y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. No reclame atención como si fuese un concursante de Operación Triunfo de lágrima fácil.

Lo peor es que WhatsApp no lo pone fácil al mostrar la última conexión o el diabólico doble check azul, un invento forjado en las tierras de Mordor, donde se extienden las sombras y se rompen las relaciones. Un truco: si cree que es demasiado controlador lo mejor es que desactive esta herramienta; de este modo tampoco podrá ver lo que ocurre en los teléfonos de sus contactos. Ojos que no ven, WhatsApp que no siente.

¿Hay alguien ahí?
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Dicho esto, tenga un poco de consideración por sus contactos. Esto no es una película de terror y usted no está escondido detrás de la joven ligera de ropa o el quarterback sobradito. Vamos, que conteste cuando le digan algo. No tiene que ser una respuesta inmediata, pero hágalo cuando tenga un momento si no quiere parecer cierto presidente gallego. Aunque sea con una flamenca.



No hay un emoticono para todo
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Los emoticonos, como los tigretones, con moderación. Si contesta a un "te quiero" con un clip o un VHS, hágaselo mirar. Y asuma que es posible que vuelva a la soltería muy pronto.

Del mismo modo, utilice las vocales. En serio, no las cobran. De pasar de usar el signo de apertura en una interrogación o una exclamación a usar el WhatsApp como si fuese PDR SNCHZ hay un trecho.

¿Tengo cara de que me importe?
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Para terminar con el ciclo de la comunicación en WhatsApp, es muy importante recordar que tiene un mundo de entretenimiento en su bolsillo: el teléfono. Si se aburre, bájese Threes (iOS, Android), métase en -qué sé yo- El Mundo o abra Instagram para ver más filtros que en una piscina olímpica. Cualquier cosa antes que dedicarse a brear a mensajes a sus contactos. La única respuesta que debería esperar a un "¿qué haces?" es un "respirar muy hondo y tratar de recordar que la violencia no es la solución".


Por otro lado, absténgase de compartir información irrelevante. Al fin y al cabo, para eso están Twitter y Facebook. Aquí la regla de oro es de lo más sencillo: si a usted no le importaría lo que va a contar, a su receptor también le resbala.

No abuse de los mensajes de voz
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Ni WhatsApp es un walkie-talkie ni usted tiene que reportar un código 23 rojo. Un sistema de mensajería sirve para enviar -no lo va a creer- mensajes. A veces es más cómodo explicar algo que escribirlo, pero no siempre se podrá escuchar. Y si lo que va a decir supera el minuto entramos en el peligroso terreno del monólogo.



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