Hay tres clases de regiones malditas, según escribe Olivier Le Carrer en su Atlas de los lugares malditos. Primero, los sitios afectados por "las maldiciones de los antiguos textos sagrados", como ocurre en Oriente Próximo, o por los fenómenos sobrenaturales o paranormales capaces de "desencadenar las peores catástrofes en rincones apacibles", como en el Triángulo de las Bermudas o en Amityville. La segunda clase la forman aquellos lugares afectados por causas naturales (clima, volcanes, tierras incultivables) "que arruinan a largo plazo las vidas de las poblaciones locales o presentan un peligro real". Y en tercer lugar, "los lugares que la actividad humana ha convertido en invivibles", ya sea por contaminación, crímenes o guerras.
1. Roccasparviera (Francia)
El pueblo de Roccasparviera, en el sur de Francia, se construyó a más de mil metros de altitud y a una hora de camino de la aldea más prócxima. Su existencia, escribe Le Carrer, se remonta al siglo XII. El pueblo llegó a los 350 habitantes, pero a partir del siglo XV se sumaron las catástrofes: una plaga de langostas, peste, la ruina del señor local, varios terremotos... Hasta que quedó completamente abandonado en 1723. Según la leyenda, la culpable es la reina Juana de Nápoles, que en 1357 incendió el castillo y maldijo el lugar después de que asesinaran a sus dos hijos.
2. El Parque Nacional de Kasanka (Zambia)
En el Parque Nacional de Kasanka, en Zambia, se podría rodar "un remake africano de uno de los éxitos más inquietantes de Alfred Hitchcock, con murciélagos en lugar de pájaros", escribe Le Carrer. Cada año, a finales de octubre y al comenzar la estación de lluvias se establecen "en medio del parque y se marchan en diciembre no se sabe adónde. Los intentos de seguirles la pista mediante pequeños emisores no han dado resultados hasta ahora, ya que los 'chivatos' enmudecieron, sin razón aparente, después de unos cientos de kilómetros de vuelo". Comen 300.000 toneladas de fruta cada año.
3. Kibera (Kenia)
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Un millón de personas viven en Kibera, en Kenia, la aglomeración de chabolas más grande de África. El nombre, que significa "selva", hace referencia a cuando hace un siglo se les otorgaron parcelas de tierra "a los soldados nubios procedentes de los batallones coloniales del imperio británico". El éxodo rural multiplicó la población de 5.000 personas de los años 60 hasta llegar a los "más de trescientos mil seres humanos por kilómetro cuadrado". Y eso "con un abastecimiento aleatorio de agua potable, equipamientos sanitarios ampliamente insuficientes y, como contrapartida, una criminalidad exponencial". Al norte se encuentra el Royal Nairobi Golf Club.
4. Jharia (India)
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En Jharia, distrito del estado de Jharkhand, al nordeste de la India, sale fuego del suelo. Era una antigua mina de carbón: "Basta con que la higrometría y la temperatura coincidan como es debido en un pozo mal cerrado, para que el polvo se encienda a la menor aproximación de oxígeno". Medio millón de personas viven encima o cerca "de este horno gigante que cuenta con 70 focos distintos". Aunque para cocinar basta con poner una olla sobre una grieta, "las casas se vuelven inhabitables, el suelo se calienta a 50ºC y las humaredas tóxicas escapan por los menores resquicios".
5. Oumaradi (Níger)
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Hace 40 años, "los lugareños de Oumaradi creyeron establecerse en un lugar perfecto, al menos respecto a los estándares de la región: un poco de bosque, agua, pastos". Pero las sequías y las talas hicieron que las casas desaparecieran bajo las dunas de la región de Sahel, que vemos en la fotografía. Han construido sus casas algo más lejos, pero las dunas son "capaces de avanzar seis metros por año. Seis metros pueden parecer poca cosa, pero se tragan un pueblo en unos cuantos años, y las palas de los habitantes no pueden hacer nada".
6. El bosque de Aokigahara (Japón)
© Ajari, Wikipedia, Verne
"Las autoridades locales -es decir, la prefectura de Yamanashi- estiman en un centenar el número de personas que vienen cada año a poner fin a sus días en este sombrío bosque situado a los pies del fotogénico monte Fuji". El bosque de Aokigahara tiene apenas 3.000 hectáreas y su lado más ancho sólo alcanza los dos kilómetros, "pero los caminos son escasos, la luz, tenue debido a la densdad de vegetación, y el suelo, irregular". También se dice "que las brújulas se vuelven locas, que el GPS no funciona y que ninguna comunicación telefónica pasa bajo los árboles". La novela 'La torre de las olas', de Seicho Matsumoto, narra el suicidio de dos amantes en este bosque, pero allí ya se practicaba desde hace más de un siglo el 'ubasute', "la tradición consistente en que las personas ancianas se retiren ellas mismas a un lugar aislado para morir". Es habitual encontrar carteles disuasorios y voluntarios que intentan prevenir que Aokigahara siga siendo conocido como el bosque de los suicidas.
7. Toniná (México)
© SIMON BUCHWELL, Wikipedia, Verne
La ciudad maya de Toniná, en el actual estado mexicano de Chiapas, tenía 13 templos y ocho palacios. Allí se han datado los últimos vestigios de la actividad de esta civilización, con inscripciones y estelas que se remontan al año 909. Pero fue abandonada. "No destruida, como manda la deplorable costumbre de los guerreros conquistadores y de los cataclismos naturales", escribe Le Carrer. Se desconocen las razones exactas, aunque se habla de la sequía y de la degradación de las tierras cultivables.
8. Amityville (Estados Unidos)
© Paul Hawthorne, Wikipedia, Verne
La casa de la calle 112 de Ocean Avenue, en Amityville, cerca de Nueva York, ha protagonizado libros y películas. George y Kathy Lutz la compraron en 1975, un año después de que Ronald DeFeo Jr. matara allí a sus padres y a sus cuatro hermanos. Además, había rumores de que el terreno había sido un antiguo cementerio de los indios montaukett. Un sacerdote les aconsejó que no permanecieran mucho tiempo en la vivienda. Y no lo hicieron: sólo pasaron allí 28 días en los que oyeron voces, ruido de pasos y música en la bodega, además de ver nubes de moscas y sentir olores extraños. La única queja de los nuevos propietarios son los turistas y mirones.
9. Eilean Mor (Reino Unido)
© Marc Calhoun, Wikipedia, Verne
El faro de Eilean Mor se terminó de construir en 1899 y está situado en las islas Flannan, al nortoeste de Escocia. Sólo un año más tarde, el vapor Archtor estuvo a punto de estrellarse "por la simple y poco explicable razón de que el faro de Eilean Mor estaba apagado". Unos días más tarde un barco se trasladó al lugar y confirmó que los tres fareros habían desaparecido. "Pero ¿para ir adónde? Allí no se podía caminar más de 100 metros en un sentido o en otro y no disponían de ninguna embarcación para abandonar la isla...". El diario del faro habla de tormenta y fuertes vientos que habían llevado a los experimentados fareros a llorar y a rezar, a pesar de que por las mismas fechas "todas las observaciones de los buques y de las estaciones en tierra firme confirmaban que el tiempo fue bueno en la región".
10. Núremberg (Alemania)
© Magnus Gertkemper, Wikipedia, Verne
El arquitecto de Hitler, Albert Speer, nunca terminó su campo de Marte para Núremberg, ciudad en la que desfilaban las tropas nazis durante los años 30. El proyecto contaba con una gran avenida, una sala de congresos, un estadio y la sala de honor (Eherenhalle) de la fotografía, construida para para rendir homenaje a los alemanes caídos en la Primera Guerra Mundial. "Como mofa al pasado turbulento del barrio, el viejo cuartel de las SS, a unos cientos de metros de la Grosse Strasse, alberga ahora el Alto Comisionado para los Refugiados. Nunca hay que desesperar de la humanidad, ni siquiera en los lugares más malditos".
11. Estrecho de la Sonda (Indonesia)
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El estrecho de Sonda separa las islas de Java y Sumatra. "Los marineros extranjeros no son muy partidarios de aventurarse en esta bocana atestada de bajos fondos y de instalaciones petroliferas, por no hablar del tráfico de inmigrantes ilegales". A los nativos les preocupan más "los cambios de humor del volcán Krakatoa", como es comprensible después de ver la foto. En 1883, después de tres meses de erupciones y sacudidas, este volcán "explotó literalmente entre el 26 y el 27 de agosto y produjo una detonación que se oyó a 5.000 kilómetros de distancia". Las cenizas fueron proyectadas "sobre una superficie de 800.000 kilómetros cuadrados, más que la superficie de España". Murieron 40.000 personas. Entre Java y Sumatra se va a construir un puente de 30 kilómetros. A cinco kilómetros del volcán.
12. El Cabo de Hornos (Chile)
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El Cabo de Hornos registra 800 naufragios en menos de dos siglos, sumando unas 20.000 víctimas. "Mar gris, sombríos acantilados, marejada impresionante, a menudo mala visibilidad, lluvia, mucho viento, frío". Para cruzarlo hay que llegar pasar entre la Patagonia y "los hielos de la Antártida", todo ello luchando contra los vientos de la región. Actualmente, es posible hacerse depositar a poca distancia y doblar "el cabo en dos horas asistidos por un barco de seguridad", lo que Le Carrer compara con decir que se ha escalado el Everest después de que un helicóptero nos deje a 50 metros de la cumbre.
13. Cumbre Vieja (España)
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Este volcán de casi 2.000 metros de altura de la isla canaria de La Palma presenta "el doble inconveniente de conservar un buen potencial de actividad y adolecer de cierta fragilidad que podría transformar una futura erupción en catástrofe". Según añade Le Carrer, "solo necesitaría una sacudida, dicen los especialistas, para hundirse en el mar". Este hundimiento "se traduciría seguramente en un tsunami monumental, capaz de afectar a la mayoría de tierras que se asoman al Atlántico".
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