Mira que te lo tenemos dicho: que si consumo responsable, que si moderación, y luego lo de que no hay que beber mucho, sino beber bien. Pero sabemos que la cena de empresa acabó contigo subido en un altavoz y con la corbata a modo de diadema y haciendo la coreografía de 'La loba'. O que la retahíla de comidas familiares y sus sobremesas hablando de política con tu cuñado han terminado en algún anís –"en defensa propia, señoría"– de más. Por una cosa u otra, es probable que ahora mismo te sientas como el personaje central de la maravillosa novela Lucky Jim, de Kingsley Amis:
“La luz le hacía daño, pero no tanto como mirar a las cosas; tomó la resolución, al haberlo ya intentado, de no intentar volver a mover las órbitas de los ojos nunca más. Lo golpeaba como un pulso la palpitación cansada de la escena que se abría ante él. Su boca había sido usada como letrina por algún bichejo nocturno, y luego como mausoleo. Durante la noche, además, había participado de algún modo en una carrera campo a través por todo el país y luego había sido golpeado con mano experta por la policía secreta. Se sentía mal.”
No podemos ayudarte con la resaca moral que te cause ver tus vídeos en Facebook, pero sí echarle un vistazo a lo que dan de sí los remedios para la resaca. La mayor parte de los cócteles que se proponen como antídotos para el dolor de cabeza y la sequedad de boca parten de la premisa –tirando a poco o nada científica– que afirma que una dosis casi homeopática de alcohol puede aliviar un poco los excesos cometidos.
Repitas el pecado o no, una vez más te recomendamos que la cantidad de alcohol sea poca y de baja graduación. En esta casa lo que hay es verdadera devoción por el Bloody Mary, sea en su versión inofensiva, del rollo cervecero, o con sofisticada ginebra en lugar de vodka, y el hecho es que nadie le discutiría a este combinado de inciertos orígenes su primacía 'curativa' sobre todos los demás.
El tomate, fuente de Vitamina C, licopenos, alegría y cosa buena parece el ingrediente más curativo de todos, porque también protagonizaba el Red eye, aparecido en cierta película de los ochenta que siempre negaré haber visto. También se ha dicho que las peras pueden ayudar a despertarnos frescos como una florecilla del campo, pero no hay evidencias sobre que sirvan de mucho una vez el mal ya está hecho.
El huevo crudo del Red eye es otro de los sospechosos habituales de los cócteles paliativos, además de formar parte de una distinguida y larga serie de cócteles clásicos casi desaparecidos de los bares, los flip. Y aunque las gallinas ya no sean gallinas (pero la salmonela sí siga siendo salmonela, ojo), y la idea de comernos un huevo crudo nos resulte como mínimo extraña, en una época fue muy apreciada. El Prairie Oyster es un remedio –no nos atrevemos a llamarle cóctel– que abunda otra vez en las soluciones similares al Bloody Mary y el Red Eye. A saber: picante, salsa Worcestershire, huevo crudo.
Una tercera escuela de pensamiento defiende que los cócteles ideales para la resaca son los que tienen como base vino espumoso y zumo de fruta, como el Mimosa, el Bellini y similares, que se supone que arrastran todo el veneno que lleva uno en las venas. Sospechamos que en realidad lo que te reponga de tu mala cabeza sea el pedazo brunch / desayuno de pastor que te atices con ellos.
El gas, aunque algunos estudios preliminares indican que puede ser bueno para la pequeña muerte del día después (en particular en forma de cierta marca de refresco), no ha demostrado aún ser un gran alivio. Nosotros nos hemos inspirado desde la lejanía en todas estas hipótesis científicas –y en algunos sabores clásicos de remedios tradicionales– para crear este cóctel. Si no hemos añadido clara de huevo para emulsionarlo–lo que lo convertiría en una especie de miembro mutante de la familia de los fizz- es porque sabemos que no tienes fuerzas para sacudir la coctelera. Y tal vez la receta no te las devuelva, pero al menos está buena. Eso sí, no tomes más de uno, o mañana estarás igual otra vez.
LÁGRIMAS DE COCODRILO
Dificultad
La única, soportar estoicamente el ruido de la licuadora si haces el zumo de pera en casa.
Ingredientes
Un botellín de cerveza de genjibre o, en su defecto, Ginger Ale
60 ml de zumo de pera, preferiblemente natural
30 ml de Calvados
15 ml de ron añejo
25 ml de zumo de limón
Una cucharadita de miel
Preparación
- Poner el zumo de limón y la miel en el fondo de un vaso bajo, y deshacer la miel con la cucharilla de bar.
- Añadir el Calvados, el ron y el zumo de pera, remover, y añadir hielo en cubitos hasta arriba.
- Acabar de llenar con la cerveza de genjibre y dar una última vuelta con la cucharilla. Servir inmediatemente.
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