En España, país donde hay un bar en cada esquina, los parroquianos de más edad se reúnen para pasar la tarde jugando al dominó o al tute; e igualmente, en muchísimas asociaciones y centros de día para la tercera edad se realizan de vez en cuando timbas y bingos donde ancianitos que apenas atinan a ver los números impresos en el papel gritan “¡línea!”, mientras comadrean con sus compañeros de mesa. Y aunque habrá quien se indigne –“ludópatas a sus años..".–, la realidad es que, según los científicos, los juegos de azar podrían ayudar a prevenir la demencia.
De ello dan fe en un centro de día de Yokohama (Japón) que hace las veces de casino para sus usuarios, quienes se distraen jugando al mahjong –un juego de tablero– y al baccarat –similar al blackjack–, mientras la hipnótica musiquilla y el repique metálico del pachinko –una suerte de 'pinball'– y las tragaperras puebla este hogar de alegres y un tanto delirantes sonidos, más allá del triste silencio arracimado en los pasillos de un geriátrico. “Creemos que este casino estimula el celebro y ayuda a prevenir o eliminar el desarrollo de lademencia” explicó Kaoru Mori, el presidente del Servicio de Atención a Personas Mayores de Japón, la institución que opera este singular centro de ancianos al que solo le faltan los neones y los gánsters, pues se llama 'Las Vegas'.
¿Adicción o gimnasia mental?
Un estudio realizado por la Suwa Tokyo University of Science reveló que el juego aumenta la actividad del lóbulo parietal y frontal de las personas de edad avanzada, y mejora su capacidad de reconocimiento. Una aseveración que suscriben los residentes del centro 'Las Vegas', a quienes el pachinko ayuda a mantener la agilidad mental y les ofrecen la oportunidad de charlar con otras personas en su situación. Así lo explicó a 'CNN' una de las usuarias del centro: “He vivido solo durante décadas; muchos días no pronuncio palabra. Me siento muy deprimido, pero aquí jugamos y hablamos”, contaba. En tanto, otro de los jugadores ancianos describía cómo la gimnasia que realiza con sus dedos al jugar al mahjong activa su mente.
Si bien no todos son ventajas y algunas voces críticas se han alzado contra el riesgo de que los mayores se conviertan en adictos al juego, un argumento no tan descabellado, ya que el 5% de los japoneses –unos 5,36 millones de personas– padecen esta adicción, según una investigación realizada por el gobierno en 2014.
La manera en que las autoridades abordan el problema es delimitando los lugares de juego de aquellos donde está expresamente prohibido apostar; por eso el dinero en estos centros es falso y se compite por premios. No obstante, y a a pesar de sus múltiples ventajas médicas, muchas municipalidades han prohibido totalmente la existencia de juegos de azar en geriátricos, y el pasado septiembre la Asamblea Municipal de Kobe aprobó una ordenanza para abolir estos entretenimientos que, según la institución, “generan una pasión por los juegos” o usan “dinero falso”.
El encendido debate que se dirime en Japón no es un hecho aislado. Según los datos facilitados por la industria del juego, al menos la mitad de los visitantes de casinos superan los 50 años, una inclinación a la que, de acuerdo al grupo de presión AARP, formado por jubilados, los ancianos son especialmente vulnerables. Y algunos estudios lo avalan: en 2005, científicos de la Universidad de Pensilvania realizaron una investigación sobre la adicción al juego en ancianos donde el 70% de quienes participaron habían jugado el año anterior y uno de cada 10 participantes mayores de 75 años sufrían problemas financieros causados por el juego.
Durante años nuestros abuelos jugaron interminables partidas de cartas o dominó para aplacar el tedio de los días, y tal vez para ganarse unos durillos –aunque eso era lo de menos–. ¿Es el bingo el azote de los ancianos o es peor el aburrimiento? Cuando ya solo te quedan años y recuerdos, una buena baraja y unas risas con compañeros de mesa pueden ser un buen remedio para estimular la mente y alegrar el alma, pero también plantean otros serios dilemas.
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