Los cortes de tráfico en el centro de las grandes ciudades o la restricción de la velocidad en las principales arterias de las urbes, como la que este otoño está limitando, según los días, a 70 kilómetros por hora la circulación en la M30 de Madrid, son cada vez más frecuentes debido a los altos niveles de contaminación que sufren las grandes ciudades. El uso del transporte público o el de otros medios de movilidad, como la bicicleta, solventa, en ocasiones, estas situaciones. Y su uso no solo contribuye a disminuir el nivel de polución de la urbe, también repercute en la productividad de los trabajadores.
Por esta razón, desde diferentes organizaciones se está potenciando el uso de la bicicleta en las grandes compañías. Es el caso de Jaime Novo, socio de La Sonrisa Eléctrica, asociación que promueve la utilización de este medio de transporte. Porque ir pedaleando a la oficina reduce, según opinan los expertos, hasta un 25% el absentismo laboral. “Esto sucede porque el empleado evita los atascos, la tensión de las aglomeraciones y llega a su puesto en un estado de relajación”.
Y la bicicleta no solo reduce el estrés cotidiano, que causa el ajetreado ritmo de la ciudad: también disminuye, en gran medida, los gastos que las compañías destinan a cubrir las bajas de sus empleados. Los beneficios de hacer ejercicio de forma rutinaria no solo son positivos para la salud del trabajador, también lo son para la empresa, “ya que la gente que hace deporte reduce el riesgo de sufrir enfermedades crónicas causadas, en gran medida, por la falta de movilidad. Y muchas de ellas suelen traducirse en bajas o reducciones de jornada”, en palabras de Mar García, directora general de Grass Roots para España. Esta firma británica diseña programas de incentivos para que las empresas fomenten el uso de la bicicleta, aunque estosno están disponibles en España.
La fórmula que más emplean es la retribución flexible. En España los trabajadores ya reciben de su empresa complementos salariales como los cheques de comida, los tickets de guardería o descuentos para el transporte. La legislación británica, alemana y holandesa permite además que se desgraven parte del importe de la bicicleta. El empleado puede ahorrarse de este modo hasta 100 euros. A cambio, lo único que tiene que hacer la compañía es dotar a sus empleados de ciertos servicios que favorezcan la integración de la bicicleta en su jornada, “como disponer de un aparcamiento y ofrecer vestuarios y duchas”, comenta García, que recalca que estos pequeños gastos suponen muy poco en comparación con todos los beneficios que acarrea el uso de la bicicleta.
Además de la falta de incentivos fiscales, los expertos destacan que no hay una cultura ciclista similar a la de otros países. En Holanda o Reino Unido Grass Roots sí ha logrado convencer y compañías como Banco Santander o Airbus promueven esta práctica.
Por eso, tal y como apunta Novo, cada organización debe amoldarse a su tesitura. “Influye en gran medida el tamaño de la plantilla, ya que solo las medianas y grandes empresas pueden permitirse afrontar estos gastos y cuentan con un departamento de recursos humanos que se encargue de estas gestiones”. También influyen otros factores, como lacultura propia de cada región. Por eso, así como en los países del norte de Europa existe una mayor conciencia hacia la sostenibilidad, en los países del Mediterráneo, el ahorro tiene más tirón y ayuda a convencer a la población. Así, desde el pasado septiembre, los franceses que van al trabajo en bicicleta reciben una retribución de 25 céntimos por cada kilómetro recorrido.
Pedalear reactiva a empleados y estudiantes
Así como pedalear hasta la mesa de la oficina repercute en la productividad del trabajador, hacerlo hacia otros lugares también tiene un efecto positivo. Un reciente estudio publicado por la Universidad de Aarhus y Copenhague revela que los niños que van al colegio en bicicleta mejoran su capacidad de concentración durante la jornada escolar.
Tal y como explica Jaime Novo, socio de La Sonrisa Eléctrica, “mucha gente se siente reactivada después de llevar a cabo algo de deporte”, y así como los adultos experimentan una mayor capacidad de concentración y de trabajo, las consecuencias en los escolares son las mismas.
El uso de la bicicleta muchas veces se ve mellado por factores ajenos a la capacidad y acción del ser humano, como puede ser el clima de una región o ciudad concreta. “En España no es lo mismo una ciudad del norte, con más lluvia y frío, que una localidad del sur que con su temperatura anima a pedalear hasta la escuela o la oficina”. Sin embargo, otros factores, como la seguridad vial que echa para atrás a padres y trabajadores, sí se puede solventar. “Por eso el urbanismo de la ciudad juega un papel clave en el uso de la bicicleta”.
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